5 Inquietudes que dejó el Foro de Davos

5 Inquietudes que dejó el Foro de Davos

Hace menos de un mes, y como cada enero, se llevó a cabo la Reunión Anual del Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, la cual convoca a 3 mil líderes de negocios, políticos, intelectuales, periodistas y jóvenes que discuten los asuntos globales más apremiantes. Con la temática «Liderazgo Receptivo y Responsable», el Foro tuvo la intención de pedir más compromiso y sensibilidad a los líderes del mundo.

Entre más de 200 conferencias, aquí comparto cinco inquietudes que fueron parte de las discusiones del Foro y cuyos efectos, agendas y seguimiento suceden a lo largo del año.

 

1.      El populismo asusta más que la desigualdad

El último lustro ha tenido como protagonista a la desigualdad, tema que ha producido Premios Nobel, best sellers, documentales, y sobre todo, un extendido debate sobre la estructura del sistema económico mundial. Si bien se reconoce que son muchos los ingredientes de la discusión, la acumulación de capital por parte del 1 % más rico y la falta de oportunidades para los más afectados siguen siendo elementos permanentes.

Mientras que el 3 % de la población mundial con mayor riqueza ha conseguido recuperarse al nivel donde estaba antes de la crisis, el otro 97 % sigue luchando por lo mismo. Y a pesar de la dimensión del problema, este tema ha pasado desapercibido entre varios líderes globales, cuya lectura de las elecciones de 2016 fue la de un manotazo de quienes se sienten «perdedores» de la globalización, excluidos por el mismo modelo económico y cuyos empleos han sido desplazados por la tecnología.

Si bien la cuestión de la desigualdad no ha sido del agrado ni atención entre estos líderes, hay una amplia coincidencia en que el populismo sí les supone un problema, pues pone en tela de juicio muchas de las reglas e instituciones que ya se daban por sentadas. La parte más divisoria del debate se encuentra  en alcanzar una solución.

En este sentido, se pueden encontrar cuatro fenómenos inherentemente complejos que al entrelazarse forman un cóctel exclusivo:

  • Vivimos en el mejor de los mundos pero, relativamente, existen menos oportunidades para la clase media y trabajadora del mundo desarrollado. Más aún, las personas tienen aspiraciones legítimas a querer vivir mejor, pero la oferta de oportunidades que el gobierno y las organizaciones pueden crear es insuficiente, dando lugar a altas expectativas y posteriores decepciones.
  • Mientras que cada movimiento populista es único, todos comparten un desdén generalizado por las élites (cualesquiera que sean la definición y las prescripciones económicas y políticas que promueven). Sin embargo, el error que diversos analistas, políticos y medios de comunicación cometen está en la definición de qué caracteriza a un populista y qué no —recordemos el episodio de Obama declarándose populista en la cumbre trilateral de Norteamérica—, y de tachar a los seguidores de los populistas como «ignorantes, vagos» o con calificativos peores. Es por ello que, durante el Foro, se pidió más esfuerzo intelectual en caracterizar a un populista y un espíritu de inclusión para reconocer las manifestaciones de grupos desfavorecidos como válidas, legítimas e incluso necesarias.
  • La hiperconectividad y las redes sociales nos están dividiendo en lugar de unirnos.  Existe más presión por actuar rápido, por lo que la democracia representativa se debilita y la toma de decisiones es cortoplacista. El 2016 nos mostró que las personas confunden opiniones con hechos y que rápidamente aceptan evidencias que confirman nociones preconcebidas o convicciones prejuiciosas.
  • El gran reto es superar las grandes barreras: entre oriente y occidente; entre generaciones; entre ricos y pobres; y entre personas que tienen acceso al conocimiento y las que no.

 

2.      Preocupan el crecimiento económico y el dólar

En 2016, el debate se centró en la duración de la recesión, en analizar una posible distorsión de los mercados o en pronosticar si las victorias del Brexit y de Trump tendrían consecuencias desastrosas.

Un año después, la economía nos ha enseñado que tener bancos centrales independientes no es un condición suficiente para estabilizar la política monetaria sino que será necesario establecer una armonía y trabajo conjunto entre las políticas monetaria y fiscal. Las próximas tareas se deberán centrar en que las políticas monetarias se transmitan a la economía real y que la ola desreguladora ayude a la economía en lugar de perjudicarla.

De acuerdo con las predicciones del Fondo Monetario Internacional para el 2017, Japón y Europa crecerán mejor de lo esperado mientras que Latinoamérica saldrá de su recesión después de dos años. Estados Unidos crecería en el corto plazo por lo que las tasas de interés aumentarán gradualmente, evitando así que el dólar se encarezca innecesariamente. En términos comparativos, el euro se ha debilitado, el yen japonés se está depreciando, el renminbi chino está amenazado y otras monedas son demasiado pequeñas para tener influencia significativa en la economía global. En definitiva, comparado con el periodo anterior a la crisis financiera, el billete verde ha emergido más fuerte.

Por otro lado, los países latinoamericanos se enfrentan a una larga lista de tareas pendientes para impulsar el lento crecimiento: estimular la innovación; abordar la desigualdad, la informalidad y la corrupción; mejorar la educación; y crear instituciones. El problema es que el sobrediagnóstico ha llevado a la «circularidad» en la conversación. Es decir, estos desafíos están identificados desde hace mucho tiempo pero no existen recomendaciones adecuadas para cada contexto estatal, nacional y regional.

Vladimir Putin con el presidente chino Xi Jinping.

Vladimir Putin con el presidente chino Xi Jinping.

 

3.      Trump desconcierta mientras China alza la mano

Donald Trump fue «el elefante en la habitación» en cabeza de todos, generando incertidumbre y ansiedad. Hubo consenso en que planes como el de infraestructura son buenos pero que sus políticas financieras y económicas son impredecibles y muchas no han sido ni siquiera probadas. A pesar de las controversias, y para sorpresa de muchos, su elección ha generado confianza en los mercados y consumidores.

Con todo, hubo un reconocimiento de que las luchas más fuertes de Trump serán en el interior de los Estados Unidos y que los cambios de fondo a los que hace referencia tardarán tiempo en suceder.  Por ejemplo, las órdenes ejecutivas trumpistas más comprometidas se están litigando en diferentes instancias y cortes siguiendo el mismo modus operandi que se usó para dejar sin efecto las órdenes ejecutivas de Obama, mientras que la política fiscal —que tardará casi un año en reformarse— será controlada por los republicanos al tiempo que la política monetaria ya está siendo controlada por los demócratas.

A pesar de que las maneras del nuevo presidente son impresentables para buena parte del mundo, están forzando a los líderes a convivir con su realidad. Mientras, existe el consenso de que «America First» se podría convertir en «America Alone» y de que algunas políticas de Trump dañarán a sus propios votantes.

Asimismo, tanto China como Rusia están tratando de ocupar todos los espacios internacionales en los que EE. UU. (y su nueva administración) parece no tener interés: cambio climático, comercio, cooperación internacional, ayuda humanitaria, financiamiento de infraestructura, derechos humanos, o promoción de la marca país, entre otros.

Es más, el presidente de China Xi Jinping dio un rotundo voto de confianza al libre mercado y al comercio global en su discurso inaugural, hecho que fue visto como una forma de pedir seriamente que China se convierta en el nuevo líder mundial. Resulta realmente sorprendente que Estados Unidos se manifieste contra el libre mercado y que sea China quien lo defienda.

China  será capaz de mantener su impulso de desarrollo pero muchos argumentan que la clave del éxito no será el ritmo de crecimiento sino su calidad. Para ello, necesitará reformas en las empresas estatales e inversión extranjera a dos avenidas.  La clave para China es una reforma estructural real y profunda.  Pero mientras tanto, quedó claro que ya alzaron la mano.

 

4. Hay que comprender la Cuarta Revolución Industrial

El crecimiento de la automatización y la economía de las plataformas están cambiando la naturaleza del trabajo y alimentando la agitación política. La tecnología está creando nuevos puestos de trabajo, sin embargo, los nuevos empleos no están llegando tan rápido como aquellos que desaparecen. Algunos han denominado este nuevo paradigma como la Cuarta Revolución Industrial. Ante este nuevo modelo, cabe resaltar dos tendencias:

Último libro de Klaus Schwab, fundador del WEF.

Último libro de Klaus Schwab, fundador del WEF.

  • El cambio crea nerviosismo y dicho cambio es cada día más rápido y trae efectos más profundos. El nuevo modelo laboral está dejando fuera a personas que en otra época no hubieran sido excluidas, dando lugar a una población nerviosa, aprehensiva y desesperada.
  • En la mayoría de los países, los gobiernos no están haciendo lo suficiente para cerrar la brecha de habilidades y alinear la fuerza de trabajo con las futuras oportunidades de empleo.

No es el comercio sino la tecnología la que está haciendo desaparecer los empleos que tanto reclaman los votantes en las urnas.  Se calcula que en los países desarrollados desaparecerán cinco millones de empleos debido a la automatización y se creerán únicamente dos millones en las áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (CTIEM).

Pero no todo son malas noticias: un nuevo informe ha establecido que los humanos somos mejores que los robots en las áreas de liderazgo, creatividad, habilidades artísticas, percepción sensorial, capacidades cognitivas, procesamiento de lenguaje nativo, capacidades sociales y emocionales y en algunas habilidades físicas. Y como resultado, el pleno potencial de la automatización requiere que la gente y la tecnología trabajen mano a mano.

El mundo ha estado aquí antes. Las tres revoluciones industriales anteriores condujeron a niveles de vida más altos y crearon más empleos.  Estamos ante una oportunidad única de que las megatendencias de hoy nos permitan alcanzar mañana una sociedad más efectiva, saludable y sostenible. Pero para que todo esto tenga sentido debemos tratar el tema de la Cuarta Revolución Industrial con más amplitud, digestión y visión de oportunidad.

 

5.      El Ascenso de la Generación Joven

El Foro de Davos se abrió a los jóvenes (todos menores de 30 años) a partir del 2011, año en que la Primavera Árabe mostró que las redes sociales y las juventudes tendrían un peso excepcional en la organización social mundial.  Si bien nunca se ha invitado al Foro a más de 50 jóvenes, cada día resultan más vitales para que los líderes no pierdan el contacto con los sueños, valores y proyectos de las generaciones que vienen detrás.

Diversos estudios reflejan que los jóvenes de hoy en día tienen menos poder adquisitivo del que tenían sus padres a su edad y en muchos casos también tienen menos oportunidades. Sin embargo, es la generación más preparada de la historia y los únicos que han crecido con un ordenador en casa.  A pesar de sus circunstancias, son optimistas de cara a su futuro (quizá más de lo que las otras generaciones perciben). Son la generación que votó en contra de Trump y del Brexit y los que prefieren comprar productos de compañías que aporten soluciones a problemáticas sociales específicas.

Es más, sus valores llegan a ser distintos a los de otras generaciones: mientras las generaciones anteriores valoran empleos con altos sueldos, nivel de expresión y de responsabilidad, los jóvenes de hoy prefieren que su empleo tenga flexibilidad de horario, un profundo significado y que dé una sensación de realización.

Con las inversiones oportunas en educación y desarrollo de programas de aprendizaje para jóvenes, América Latina podría aprovechar su bono demográfico para saltar al desarrollo. Sin aprovechar dicha ventaja, la región podría ver un creciente número de «refugiados digitales», excluidos de la economía futura y del mercado de trabajo.

La conclusión de la aportación de los jóvenes es fascinante y terrible a la vez: el promedio de asistentes a Davos es de 55 años, mientras que los jóvenes de entre 20 y 30 años son apenas el 1.7 % de asistentes a la Conferencia.  La mayoría de los jóvenes que fueron a Davos este año son emprendedores sociales o líderes de la sociedad civil que están desarrollando nuevos modelos de innovación social sostenible.

En 30 años, la generación de jóvenes podría dominar la asistencia de una Cumbre que se anticipa, cambia en sus formas y agenda, y quizá en sus objetivos.  Pero en ese tiempo, habrá otra juventud, con otros valores, que también exigirá que le pasen el balón o meterá la pierna para quitárselos.

 

Publicada en La Grieta Online el 14 de febrero de 2017.

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