Los cuatro señores Trump

Los cuatro señores Trump

La velocidad con la que cambian las cosas en la Casa Blanca requieren un marco lógico para leer las transformaciones que vienen. Aquí encontrarás una aportación.

 

La exposición mediática de Donald J. Trump a lo largo de cinco décadas, su desempeño al corte como presidente de Estados Unidos y las circunstancias actuales tanto dentro como fuera de EU, han desencadenado el debate de, ¿quién es realmente Trump?

Al ver las acciones de Trump, parecería que existen inconsistencias que son imposibles de amarrar con coherencia. Sin embargo, al analizar con detenimiento las experiencias, los pronunciamientos y las políticas de Trump -más allá de las escenas controladas, apariencias y representaciones escenificadas- se puede encontrar que el inquilino de la Casa Blanca de Pennsylvania Ave. Es un hombre de varias y complejas identidades. Este marco permite darle una narrativa lógica al trumpismo, así como su agenda y efectos en el sistema político.

Sin ser mutuamente excluyentes, estas diferentes identidades se imponen entre sí y se manifiestan en diferentes pensamientos, interacciones y decisiones del mandatario.  Son generalmente reactivas a los estímulos del entorno.  Vale la pena revisar este tema, pues los efectos de las decisiones tomadas cuando alguna identidad es dominante pueden ser los que marquen los resultados y el legado de la Administración Trump.

El objetivo de este ejercicio no es aprobar ninguna de las identidades o definirla como exacta, sino ayudar a comprender cuál parte de ellas compone a Trump en cierto momento.  Dichas identidades son paralelas, no secuenciales; se mezclan entre sí y fueron pensadas al analizar información relevante de las actividades y posiciones de Trump.

 

1) El Hombre de Negocios

Donald Trump es el primer mandatario estadounidense cuya principal credencial es haber sido Director Ejecutivo de varias empresas, accediendo a la presidencia sin haber ocupado puestos de elección popular o altos rangos militares. Día tras día, Trump está mejorando en conocer y ejercer el puesto de presidente, no necesariamente por su esfuerzo enfocado en ampliar sus conocimientos y habilidades, ni por su asertividad para enderezar el rumbo, sino porque aprende a través de la prueba y error.

El mandatario tiene una auto visión idealizada de ser el CEO y Presidente de la Junta de Estados Unidos S.A., a la que dirigiría con un estilo adaptado de su historial empresarial: reuniones a puerta cerrada, poca rendición de cuentas más allá del círculo cercano, contacto a modo con la prensa, despidos espectaculares de colaboradores y trato exquisito a los clientes.

Los antecedentes de Trump como empresario de bienes raíces y hotelero han causado que tenga una obsesión personal con la pregunta de “¿por qué cosas están pagando los demás?” y a partir de ello, sus esfuerzos están encaminados a hacer que otros paguen, aunque sea poco, pero a efecto de que se perciba que está obteniendo resultados. Cabe destacar que esta prioridad va más allá del espectro típico de cosas de las que los mandatarios suelen preocuparse.

Por ello, la transacción como dogma rector igualmente acerca a Estados Unidos a Rusia que cuestiona las alianzas y sociedades que ha desarrollado el país norteamericano a lo largo de décadas. En ideas de Trump, “si no nos pagan, que las naciones se defiendan solas”.  Mientras en The Art of the Deal todo puede ser negociable o usarse como moneda de cambio, Trump ha encontrado que no todas las premisas políticas lo son.

La realidad le ha enseñado que necesita elegir sus batallas políticas y su obsesión con las transacciones le inclinan a hacer alianzas y pactos para cumplir su agenda. Esto ha derivado que ponga a competir a su equipo o que decida ya sea alejarlos o ponerlos bajo los reflectores, ganando o perdiendo influencia sobre el presidente constantemente.

A pesar de sus pocas convicciones, la parte central de la agenda coincide con algunos postulados republicanos: disminución de impuestos, desregulación, achicamiento del gobierno e impulso a los negocios. Quizá la mejor síntesis la dio el canciller ruso después de su histórica visita a la Oficina Oval, comentando que la gente de la “Administración Trump son personas de negocios, lo que permite hablar libres de ideologías, como sucedía en la era Obama”.

2) El Líder Autoritario

No han pasado desapercibidas las quejas de Trump sobre los límites del ejercicio presidencial, así como los controles y equilibrios del sistema estadounidense. Dada su trayectoria empresarial, en la que nunca fue sustituido como CEO, no alcanza a comprender que el sistema gubernamental tenga mecanismos de auto regulación y contra pesos, o que tenga que depender de otras personas. Se ha declarado decepcionado de los republicanos en el Congreso, a pesar de sus “excelentes relaciones con ellos”.

Así, ha calificado al sistema de equilibrios como “muy duro” y arcaico, “malo para el país”, coincidiendo conque no ha logrado que ninguna de sus prioridades se convierta en legislación relevante. Los primeros intentos de lograr cambios fueron a través de órdenes ejecutivas ambiguas y escuetas, en general carentes de profundidad, detalle y poco orientadas a la acción, por lo que no han podido ser defendidas en las cortes.

La convicción dogmática de Trump en las negociaciones y los acuerdos traiciona su convicción en cualquier cosa, lo cual  lo ha llevado a una imprevisibilidad nunca vista en la presidencia estadounidense, con cambios sustanciales de posturas. Si bien la ambivalencia no es ninguna novedad -Trump fue demócrata algún tiempo y ha tenido posturas tanto duales como contradictorias-, la magnitud de sus consecuencias sí lo son.

Desde hace años, Trump ha tenido repulsión a Obama, pero su estancia en la presidencia ha confirmado que el antagonismo alcanza niveles obsesivos. Las acciones -y no sólo las palabras- han ido más allá de niveles de diferencias políticas, tratando de desmantelar políticas, acciones, órdenes ejecutivas, programas y legislación que forman parte del legado de Obama.

Con posturas tan flexibles conjuntadas con una naturaleza reactiva, Trump se define a sí mismo y a varias de sus posturas como una oposición a los demás, como si fuera un contra golpista natural.  Así, varias de sus opiniones iniciales son una reacción antagónica a las posiciones establecidas por Obama.  En varios casos, sus puntos de vista han sido construidos sobre la pregunta, “¿qué haría Obama?” para luego hacer lo contrario.

Al conjuntar la repulsión a Obama con ciertas acciones muy orientadas a la ejecución, Trump ha logrado velocidad y obtenido efectos de golpe sobre la mesa. Por ejemplo, el bombardeo de tomahawks a la base aérea siria, y en menor grado, el lanzamiento de la madre de todas las bombas en Afganistán y el envío de una armada al Golfo de Corea han ganado apoyo -inclusive de opositores a Trump- y han sido interpretadas como voluntad para el uso de la fuerza y una reafirmación de su toma de posesión como presidente de Estados Unidos.

Por otro lado, la despedida fulminante de la Fiscal General Interina, el Fiscal Federal para el Distrito Sur de Nueva York y del Director del FBI ha desatado preguntas de las motivaciones reales para su destitución. Si bien la administración Trump dio diversas razones alrededor de un mal desempeño de funciones, todos los despidos coinciden con investigaciones de estos funcionarios a Trump, y han sido catalogados como golpes autocráticos.

3) El Populista Estrella de TV

El uso que Trump le ha dado a Twitter, donde “le habla directamente a los votantes” también permite ver en qué está pensando el presidente. Al contrastar la hora y los temas de los tweets, los analistas se dan cuenta que por la mañana ve “Fox and Friends” o “Morning Joe”, que por la noche ve programas de Fox News donde lo elogian, y que a veces ve CNN o NBC para luego despotricar contra ellos.

El contacto con los medios, con quienes tiene una relación de amor y odio, ha resultado en que tengan mucha influencia sobre él y viceversa, aprovechando su adicción a ver la televisión por cable. En la historia reciente, es el presidente más obsesionado con su imagen personal y por la forma en que lo cubre la prensa.

Donald Trump siente una necesidad muy profunda de ser querido por los demás, y de que la gente sea amable con él. Como resultado de esto, durante la campaña, se manifestó a favor y en contra de muchas agendas, continuamente contradiciéndose a efectos de mostrar convicciones y pasos encaminados a una política pública.

Asimismo, si descubre que algo sube sus números o popularidad, seguirá haciéndolo, mientras que si algo los disminuye, es probable que lo deje de hacer. A pesar de que estén fuera de la agenda, continuará hablando con egolatría de temas que le parece que no son suficientemente admirados, como su victoria electoral, de la que ya pasó medio año.

Los medios han podido contrastar la existencia del Trump que tira golpes, insultos, humillaciones y comentarios grotescos, y que alterna con el Trump que lee el teleprompter, que permanece en mensaje y que ha sido elogiado por “tener tono presidencial”.  Los hechos han mostrado que su base votante tolera ese comportamiento por romper las reglas de lo convencional y lo políticamente correcto, dado que su “actuación es eficiente” en atacar al Establishment.  Históricamente, estos políticos han sido muy populares en EU.

A estas alturas de su presidencia, Trump es director de un espectáculo político en lo que para él es el escenario más grande de todos los que ha pisado. En dicho show pasan celebridades, empresarios y políticos, y su agenda está centrada en una serie de peleas –la próxima, más escandalosa que la anterior- que hacen un gran teatro político y entretienen a su masa de seguidores.

4) El Aprendiz Inexperto

Para Trump, los peligros que amenazan el interior de Estados Unidos vienen del exterior. Hay que destacar tres:

  1. El Islam Radical.
  2. Los injustos tratados de libre comercio.
  3. La inmigración ilegal.

Estas posturas tienen en común que son simplistas, faltas de pruebas e incorrectas para conectar causas y efectos más allá de acotadas excepciones o  bajas correlaciones. Para Trump, parte de la solución a estas “amenazas” pasa por adoptar una política exterior proteccionista y mercantilista, más cercana a la los siglos 19 y 20.

Más allá de los diagnósticos que ha compartido, es común encontrar que no sabe de ciertos temas, mientras que él mismo se jactó toda la campaña de sus conocimientos en materias que van desde impuestos hasta política exterior. El mensaje más común de “será fácil, rápido y barato”, se ha enfrentado a que no ha logrado resultados concretos en su presidencia, sincerándose en una entrevista que “pensaba que ser presidente sería más fácil”.

Ya sea por las declaraciones pensando que el abolicionista Frederick Douglass está vivo, los cuestionamientos de por qué sucedió la Guerra Civil estadounidense en vez de celebrar un acuerdo, o de si se puede hacer un pacto entre Israel y Palestina que se firme y luego se vean los detalles, ha levantado cejas de historiadores y politólogos que cuestionan que Trump no sólo ignora la geopolítica y el pasado, sino también obvia la presencia del pasado en el presente.

Además de la importante ignorancia que tiene de su país y su historia, Trump se hace de información -indistintamente verídica y falsa- por medio de sus colaboradores a través de canales formales e informales, por lo que es poco lo que googlea y lee en los periódicos. Su tendencia natural es buscar información y argumentos que refuercen sus opiniones y preconcepciones en lugar de ponerlas a prueba, para luego ser reafirmadas al público y defendidas por su equipo.

La falta de curiosidad intelectual y el desdén a la preparación -vistos en el proceso de transición- las llamadas a otros mandatorios o la discontinuidad de leer los informes diarios de inteligencia, han debilitado la capacidad presidencial para dar forma a los grandes temas de política pública.  Pero más importante, están alterando las instituciones estadounidenses y cambiando la forma tanto de hacer política como de ejercer la presidencia norteamericana.

En la siguiente entrega de este texto, se hará un ejercicio de prospección de pronóstico básico basado en escenarios plausibles, dependiendo del dominio de una u otra identidad.

 

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