By Kimberley Richter Mexico City has historically served as a…
China se deslastra del calificativo de imitador y apuesta por la innovación
El Presidente de China Xi Jingping no basó su histórico discurso en el Foro de Davos en enero del año pasado en lo efímero. Sabía de lo que hablaba. Entonces se erigió como defensor de la globalización y del comercio de libre mercado. En 2018 se mantiene consecuente. Xi pronunció otro discurso en el Foro Boao en el que delineó reformas económicas y otras medidas a efecto de abrir mercados para el país chino.
Si bien diversos líderes a nivel muy local quedaron sorprendidos cuando China subió al templete para pedir uno de los liderazgos del mundo, muchos dirigentes políticos y de negocios que habitualmente hacen tratos con el gigante asiático —o sufren su expansión— ni se inmutaron. Y es que, la participación china en el escaparate internacional era cuestión de tiempo.
Sin embargo, con la explosión de adquisiciones estratégicas, exportaciones y de inversionistas que China está remitiendo por el mundo, vale la pena preguntarse, ¿cómo fue su modelo de innovación en los últimos tiempos? Además, ¿cómo ha cambiado y cuáles son los retos que encuentran los países con los que interactúa el país?
Tras 40 años de reformas
Este año se conmemora el 40 aniversario del primer ciclo de reformas económicas 1978-1984 que introdujeron los principios de mercado al gigante asiático. Dicho periodo se enfocó en la desconsolidación de la agricultura y la tierra, la apertura a nuevas inversiones y la emisión de permisos para que comenzaran las primeras empresas privadas chinas.
Durante las reformas de 1984 a 1993 y de 1993 a 2005, se dio un periodo de privatizaciones y contratistas de gobierno enfocados en ciertas industrias no pertenecientes a la seguridad nacional, por lo que se impulsaron medidas para disminuir las políticas proteccionistas, reducir las regulaciones y permitir mayor flotación de precios. Esta velocidad de reforma decreció en el periodo de 2005 a 2013. Con estos antecedentes, el periodo 1978-2013 tuvo un crecimiento promedio de 9.5%.
Sin embargo, el ascenso del presidente Xi, ha representado la consolidación de las reformas de los últimos años, que pasa por los terrenos económicos, políticos y tecnológicos. Durante su mandato ha habido cambios importantes, como la eliminación de las barreras de reelección en China, lo que convierten a Xi Jinping en el líder chino más poderoso desde Mao.
La relevancia del discurso de Boao radica en la puesta en marcha de los planes económicos de Xi para el próximo lustro, con acciones como una mayor apuesta al consumo interno para lograr crecimiento económico, incrementar la importación, abrir el sector servicios para más inversiones y lo que aquí atañe: consolidarse como una superpotencia industrial.
El modelo de inversión
Desde hace más de una década, los cinco continentes vieron la explosión de turistas chinos visitando el mundo y haciendo gala de sus cámaras fotográficas. No obstante, una examinación con mayor cuidado podría develar la gran cantidad de inversionistas chinos en busca de proyectos e inversiones.
Si el país de interés es desarrollado, el enfoque está basado en la adquisición de tecnologías, máquinas y compañías de especialización. Si el país de interés es emergente, el foco se coloca sobre la construcción de proyectos de infraestructura, la banca de desarrollo y el establecimiento de convenios para el uso de tecnologías chinas como estándar local y regional.
La detonación de inversiones se puede corroborar en la siguiente gráfica, con información de BBVA Research y MOFCOM, donde destacan:
– La explosión de Inversión Extranjera Directa (IED) saliente, donde ha habido años con crecimientos de hasta aproximadamente 50%.
– El lanzamiento de la iniciativa “Un Cinturón, Una Ruta” o la Nueva Ruta de la Seda en 2016, proyecto que finalmente comprometerá 900 mil millones de dólares que se distribuirán en 61 países.
– En 2017, la intervención de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma, que formalizó a mediados de año un camino regulatorio para la aprobación de IED según criterios de transacciones alentadas, restringidas y prohibidas. Esto, aunado a la inclusión de sectores como bienes raíces, hoteles, entretenimiento y clubes deportivos como actividades restringidas, provocó la ralentización de inversiones para el resto del año.
Al pensar en las manufacturas chinas de las últimas tres décadas, viene a la mente un modelo de imitación o de espías industriales, en donde empleados o directores de las plantas maquiladoras y manufactureras robaban conocimientos de fabricación para luego hacer sus propias copias y después venderlas a precios económicos.
Sin embargo, hace ya varios años, China se propuso pasar de ser un país manufacturero a uno desarrollador de tecnología, por lo que dispuso de cuantiosos recursos obtenidos de los consorcios extranjeros ávidos de mano de obra barata, y los distribuyó a través de ejes estratégicos que permitirán la actualización de las empresas chinas, principalmente las de manufacturas tanto digitales como inteligentes.
Esta visión se consolidó en la llamada iniciativa “Hecho en China 2025” que fue lanzada en 2013. De acuerdo con el Mercator Institute for China Studies, las razones para este proyecto estratégico son económicas, pero tienen un fin político. En primer lugar, el lanzamiento de la iniciativa es parte de la agenda reformista “para modernizar a las estructuras básicas de la economía china y adaptarse a las necesidades futuras”.
Específicamente, se trata de desafiar el dominio del mercado de los países industriales como Alemania y Japón, para convertirse en un país industrial basado en unos sectores manufacturero y tecnológico que sean robustos e innovadores. La tesis principal es que esto evitará la “trampa de los ingresos medios,” en la que caen los países que han experimentado un rápido crecimiento, alcanzando el estatus de país de ingresos medianos en corto tiempo, pero en los que no se ve factible que alcancen a las economías de altos ingresos.
De acuerdo con la misma fuente, esto también permitiría que China defienda su estatus de “fábrica del mundo” para las industrias de bajo valor frente a los países en desarrollo. “Con la automatización y la digitalización de la industria, el gobierno chino quiere mantener la ventaja de fabricación en industrias de bajo costo como la textil”.
Entre las industrias de mayor interés para los chinos se encuentran: los vehículos basados en nuevas energías; los componentes de aparatos y vehículos de alta tecnología; los equipo de energías nuevas y renovables; los robots industriales; dispositivos médicos de alto rendimiento; grandes tractores; chips de telefonía móvil y procesadores de alta gama; grandes aeronaves, software industrial; la nube y el Big Data.
El plan no solo incluye el trabajo conjunto del Gobierno y los empresarios, sino que incluye incentivos y edictos de gobiernos locales para inducir operaciones en cierta área. Con estos objetivos económicos, el gran objetivo es la conservación del poder político por parte de los grupos que actualmente gobiernan China: una población con mejores índices generales de bienestar tiende a apoyar al régimen.
¿Apuesta por la innovación?
La implementación de un plan eminentemente estratégico y bien orquestado ha producido reacciones en diferentes gobiernos del mundo. Entre los casos que generalmente causan controversia se encuentran:
- La adquisición y fusión de empresas de alta tecnología por parte de inversionistas chinos – Mientras algunos economistas señalan ciertos peligros para la economía local, la mayoría de los trabajadores teme que en el mediano plazo se trasladen buena parte de las operaciones a China. No es raro que se incluyan acuerdos de “no traslado”, pero el caso es simple: la compra de una empresa ocasiona que China absorba el conocimiento manufacturero.
- Las promesas de los empresarios chinos – Los inversionistas en mercados internacionales se han sofisticado y son percibidos como muy pragmáticos, por decir lo menos. En las negociaciones, es común que dichos empresarios comenten que la idea es hacer un trato “ganar-ganar” en el que se fusionen las filosofías y conocimientos de ambas empresas, de forma que puedan abrirse paso en el mercado chino. Si bien esto ilusiona a muchos vendedores, lo cierto es que el índice de éxito de las manufacturas en este esquema operativo es bajo todavía.
- El tratamiento de “intereses estratégicos” – Al “ir de compras” al exterior, los inversionistas chinos tienen una clarividencia inusitada, pues ya sea que busquen una expansión per se, actualizar sus procesos y tecnologías, o adquirir una fábrica, siempre dan un tratamiento misterioso de “asunto estratégico” que genera desconfianza a los vendedores.
- Problemas de piratería – El dumping y la piratería siguen siendo prácticas comunes. A los diseñadores les preocupa la práctica por su cadena más débil: un producto o instrumento copiado, sea bien reproducido o no, pero que tenga un desempeño deficiente, destruye la reputación de la marca diseñadora. Igualmente, las empresas que aún tienen cierto control sobre la compañía, prefieren realizar procesos críticos o secretos en sus países de origen y dejar el ensamblado para las fábricas chinas.
- Dificultades para plantear litigios – Los litigios de propiedad intelectual requieren mucho tiempo y energía. Para comenzar, una patente de otro país tiene poco valor, ya que debe ser registrada en China. Para construir un caso, se requiere abordar el caso desde muchos puntos de vista por la importante heterogeneidad de criterios y los procesos son burocráticos. Mientras algunos abogados occidentales sospechan que China quiere apoyar sus propias patentes, otros piensan que los jueces chinos les tienen desconfianza a los extranjeros.
- La controversia de los inversionistas – Organismos como las Cámaras de Comercio en Europa han abogado por revisar más a fondo el origen de las fortunas de diversos compradores sinos. En algunos casos han encontrado complejos esquemas económicos, con dinero que pasa por paraísos fiscales y que, al final del día, muestra que el Estado chino es inversionista de dichas compañías. Por ello, se han incrementado el número de adquisiciones bloqueadas por “seguridad nacional”.
- El discurso comercial – Al reclamar a funcionarios chinos el actuar de sus empresarios y el solapamiento del gobierno, éstos responden que, al apoyar a sus empresas, el gobierno está haciendo lo que le corresponde, como el gobierno quejoso lo hace. Y dejan un mensaje final: el proteccionismo en sus países puede enviar una señal equivocada a los inversionistas.
¿Qué nos deja el modelo chino?
Como primera conclusión, estos ejemplos dejan de manifiesto que el mundo se ha movido de la unipolaridad estadounidense a la tripolaridad entre Estados Unidos-Rusia-China, y que estos dos últimos países son revisionistas —aquellos que quieren terminar el viejo orden y reemplazarlo con algo nuevo. De acuerdo con Thomas Wright de la Institución Brookings, este mundo se concibe por esferas de influencia regional, en las que sus actores “no quieren actuar prematuramente y correr el riesgo de quedar aislados, sufrir reacciones en contra o fracasar”.
Dichos países se muestran abiertos al comercio y la inversión, siempre y cuando no sea en sectores de seguridad nacional —como el armamentista, el energético y en algunos casos, el financiero. Resulta interesante que muchas de las controversias comerciales terminan con veredictos a favor del país revisionista, al ser extremadamente complicado demostrar dolo o alevosía ante las instancias internacionales: muchos de los agravios vienen de decisiones sutiles o discrecionales de los directores de las paraestatales.
Como segunda conclusión, la velocidad de desarrollo tecnológico y el tamaño de mercado de China apuntan a que la tendencia actual tenga una fuerza descomunal, que finalmente derivará en mayor poder militar. Así como lo hizo EE.UU. en su momento, China tiene la posibilidad y el derecho de desarrollar su defensa propia y a desarrollarse a sí misma —aún generando animadversión por su controvertido modelo de desarrollo, del uso de ideas de los demás y del desdén a los derechos de propiedad intelectual.
Pareciera que los astros se alinean al país del dragón: su mercado interno podría despuntar como motor económico, tiene liquidez y mayor apalancamiento global, mira a los ojos a las otras potencias, tiene planes visionarios y un gobierno ambicioso con apoyo renovado. Pero quizá, lo más importante de esta inercia y del discurso del Foro Boao, es que tiene esperanza en el futuro por su capacidad de reinvención… misma que a otros países les falta hoy.
Javier Arreola-Rosales es ejecutivo y trabaja en banca de inversiones.
Artículo publicado originalmente en el World Economic Forum en español.
Publicada el 30 de abril de 2018 en The Objective.
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