El emprendimiento no es el primer agente de desigualdad, pero…
Lecciones de las tecnológicas que entraron a bolsa
En el texto anterior, busqué contestar ¿cómo están entrando las empresas a las bolsas de valores? Y, ¿cómo llegaron las empresas a tal situación? En esta segunda parte, analizaré las lecciones que deja esta etapa para el mercado en general.
¿Crea fama y échate a dormir?
La fama que tenían las empresas que han debutado en bolsa las ha favorecido para invertir menos dinero en hacer su roadshow —las presentaciones de ventas realizadas en diferentes lugares para que los inversionistas se animen a comprar acciones cuando la empresa salga a bolsa—. Sin embargo, en la mayoría de los casos, las expectativas también las han penalizado, especialmente porque la mayoría no están por buen camino para generar utilidades.
Una lección es que, si una empresa es muy conocida, tendrá mejores resultados si tiene ya sea utilidades, o bien, empiece con un precio no tan alto para que después puedan subir sus acciones y que, además tenga un excelente manejo de expectativas.
Evidentemente, un contraargumento a las utilidades es que ha habido empresas como Google, Facebook y Amazon que perdieron dinero por años antes de ser rentables. Sin embargo, estas empresas fueron líderes de los sectores de anuncios online, publicidad en redes sociales y venta de libros en línea, respectivamente, antes de debutar en la bolsa. En síntesis, tenían una huella más importante en mercados más grandes —exceptuando el agregado de mercados de Uber, aunque eso sí, la empresa no domina la mayoría de los mercados en la mayoría de las geografías—.
Más utilidades y solidez en el modelo de negocio, y valuaciones más bajas
Ya que varias empresas no tienen caminos creíbles para ser rentables, los inversionistas volverán a apretar para generar utilidades más rápido y que las empresas les sigan dando dividendos. Seguramente serán más cuidadosos con las valuaciones, ya que el mercado ha sido impío: no hay apetito para empresas privadas sin rentabilidad y valuadas en US$40 mil millones, por ejemplo.
Muchos de los inversionistas que invirtieron en rondas tempranas ya cobraron montañas de dinero, pero los fondos de expansión, que invirtieron a precio de oro, se la pensarán varias veces antes de aceptar valuaciones tan altas. En varios casos, terminaron siendo errores no forzados que le pusieron más presión a las empresas y que derivaron en rondas a la baja, o que han tenido la corrección post-OPI. Ahora, entre sus mejores perfiles de inversionistas, estarían los fondos con tesis de inversión de más largo plazo.
El frágil equilibrio utilidades-crecimiento
Claramente, las inversiones de esta época se han enfocado en el crecimiento como dogma de fe, con la tesis de que un día las empresas llegarían a la rentabilidad gracias a su número de usuarios. La hipótesis subyacente para anteponer el crecimiento es poderosa: los efectos de red son una ventaja infranqueable.
Lo anterior es cierto pero aún tiene una debilidad: las ventajas de efectos de red no se pueden reflejar en los libros contables, lo que amplía la brecha entre los mundos físico y digital. Por tanto, no nos debería extrañar que se intensifique este debate y que termine siendo un concepto contable en pocos años, así como en su momento se integraron los activos intangibles.
Invariablemente, serán más apreciadas las empresas que generen utilidades más rápidamente, ya que no ha sido infalible la hipótesis de que un día serán rentables si tienen muchos usuarios.
Más escrutinio antes de rondas
Los inversionistas se tendrán que dar a la tarea de hacer más preguntas y cuestionamientos antes de realizar una ronda de inversión, comenzando por salvaguardar sus propios intereses. Ahora hay intensos debates sobre cómo muchas situaciones se pudieron haber evitado al analizar con mayor rigor las prácticas de las empresas y la ética de sus directores, así como las consecuencias que debería haber.
Pero lo más importante es que se traduzca en mejores prácticas —muchas de ellas desarrolladas a lo largo de décadas y de casos con consecuencias desastrosas—, regreso a términos fundamentales —derechos de voto, gobernanza, regulación de conflictos de interés— y controles entre los jugadores, y así evitar extender cheques en blanco a fundadores que se mareen con sus nuevas responsabilidades.
Conclusiones
El mercado y la coyuntura están realineando las inversiones en las tecnológicas con baños de realidades y dosis de sano juicio, que han sido más severos para el sector de consumo. Esto será favorable a inversionistas racionales y prudentes, acostumbrados a trabajar con seriedad en ambientes realistas.
Igualmente, las empresas tecnológicas tienen grandes oportunidades para cambiar el mundo y de implementar una serie de mejores prácticas ajustadas después de esta época. Además de lo anterior, el debut en bolsa más esperado es el de Airbnb, que de todas las anteriores, podría tener el camino más creíble para la generación de rentabilidad.
Publicada el 1o de noviembre de 2019 en Forbes México.