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Crowdhelping y Datos Abiertos en tiempos de desastre
El sismo del 19-S fue una prueba para diferentes actores que trae aprendizajes importantes. Usar los datos abiertos nos permitirá rediseñar nuestra respuesta al desastre.
Por Javier Arreola y Ricardo Godínez Moreno*
El sismo del pasado 19 de septiembre puso a prueba los avances de México, “exactamente” 32 años después del temblor más devastador que ha sufrido la Ciudad de México en materias como protección civil, reglamentos de construcciones y la implementación a nivel sociedad civil de sistemas resilientes a desastres.
Pero también puso en el mapa dos nuevas tendencias que deben centrar el debate para rediseñar estrategias, protocolos, así como primeras respuestas: crowdhelping y datos abiertos.
Ante ello vale la pena preguntarse, ¿en qué consisten y qué papel jugaron ambos conceptos? ¿Cuáles son los desafíos para poder responder con resiliencia ante las catástrofes? Y dado que, como dijo Scott Sagan, “cosas que nunca habían pasado antes, pasan todo el tiempo”, ¿cómo nos preparamos para la siguiente calamidad?
Ayuda a la mexicana
Minutos después del movimiento telúrico, la reacción de la población fue instintiva: grandes grupos de personas se unieron para ayudar. Primero los vecinos, quienes se articularon para mover escombros y rescatar personas. Momentos más tarde y usando una perspectiva generacional, los baby boomers -quienes con la experiencia que les dio el temblor de 1985- organizaron colectas, brigadas de rescate y centros de acopio. Los Millenials hicieron su aportación, pero a través de redes sociales, mapas, datos, llamadas, y miles de líneas de código.
En conjunto, la tecnología fue la gran diferencia contra desastres anteriores, pues además de facilitar el compartir reportes de siniestros con virulencia, permitió que voluntarios se dieran a la tarea de verificar la necesidad y coordinar el flujo de ayuda en un contexto de colaboración y altruismo sin precedente.
Esto implicó que estudiantes, voluntarios y expertos en distintos tipos de tecnologías tuvieran contacto directo a través de WhatsApp, Twitter, Facebook, Telegram, Snapchat, Google Maps, entre otras redes. Ya sea por mensajes de texto, tuits, actualizaciones de estados, comunicaciones encriptadas, “mapas de calor” por concentración de personas, puntos de interés geolocalizados, algoritmos para identificar “fake news” y bots para encontrar desaparecidos pudieron constatar en tiempo real lo que estaba pasando en los diferentes campos de batalla.
En solo horas, surgieron colaboradores en la CDMX, Guadalajara, Boston, Richmond, San Francisco, Londres y otras partes tanto de México como del mundo. Esto constituyó todo un sistema de colaboración horizontal, empoderado y con ánimos de organizarse para combatir la corrupción, los saqueos, el secuestro de donaciones, la falta de organización, la inexactitud de información, la oferta, la demanda, la saturación de donaciones y el desabasto.
La tecnología fue el diferenciador no sólo por la capacidad para democratizar la recolección de la información en tiempo real, sino porque en horas y días -dependiendo de cada cuestión- permitió crear nuevas apps, mapear y analizar datos para orientar donaciones, canalizar ayudas, así como alertar, prevenir y organizar a la sociedad en contextos tanto de transparencia como de bienestar general.
El crowdhelping se puede entender como la colaboración abierta con fines de apoyo, donde la tecnología ayude a identificar, distribuir y responder a los desafíos de una comunidad. Por otro lado, los datos abiertos se refieren a una filosofía, donde los datos están disponibles de forma libre para todo el mundo, sin restricciones de derechos de autor, de patentes o de otros mecanismos de control. Con ellos, ciudadanos, desarrolladores e investigadores pueden hacer crear nuevas soluciones y servicios cuyo propósito es el bien común.
Como conclusiones parciales, los Millennials mexicanos -la generación que por primera vez creció con computadoras en casa- puso el ejemplo “anti cangrejo” en tiempos de contingencia al trabajar en equipos emergentes para organizar, ayudar, transparentar, colaborar, compartir, prevenir y encaminar a la sociedad a través de la recolección, verificación y divulgación de información.
Además, el análisis posterior -siempre injusto por la imposibilidad de cambiar el pasado, pero necesario para mejorar el futuro- indica que la respuesta civil fue bien intencionada y expedita, pero desorganizada.
La Información en tiempos de gestión de desastres
Con el avance tecnológico, la recolección de datos ha revolucionado la gestión de desastres, ya que las personas de a pie son capaces de recoger observaciones y hacerlas públicas en Internet. El problema es que dicha información no tiene estructura, por lo que su recopilación, clasificación, procesamiento, integración, comunicación y distribución se vuelve un reto sustancial.
En términos de recopilación de información, así como un día los GPSes instalados en los celulares de las personas vencieron a los sistemas de sensores fijos para monitorear el tráfico vehicular, la provisión de información por crowdsourcing para responder a desastres es desde hace tiempo más potente que los sistemas de monitorización gubernamentales y privados cuya implementación tardó años. La razón es sencilla: el crowdsourcing tiene cientos de miles de puntos de contacto y es más eficiente para generar grandes cantidades de información en tiempo real.
Al plantear el proceso de forma idealizada, se pueden encontrar los siguientes elementos clave:
- Los aparatos y las personas que recolectan información confiable (verificada).
- Los centros de acopio que pueden tener validación social (desde centros comunitarios hasta iglesias) o gubernamental (instituciones públicas).
- La forma en que comunican dicha información y cómo se convierten en datos clasificados.
- La integración de información en reportes.
- La conversión de la información en datos abiertos.
- La gestión de la información para sacarle el máximo provecho.
- La visualización de los datos para comunicar la información de formas relevante y oportuna.
- La retroalimentación al sistema y a los proveedores de información.
Para el caso mexicano, hubo un esfuerzo pionero en el mundo para validar información y combatir las noticias falsas, lo cual atrajo voluntarios y detractores de los contextos político y social. Por otro lado, faltó en muchas instancias implementar la filosofía de datos abiertos y evitar los cuellos de botella organizacionales, así como la coordinación y ejecución para llevar el proceso de canalización y respuesta a su siguiente nivel: el de la organización de la información y la toma de decisiones a partir del análisis tanto superficial como subyacente.
Es por ello por lo que vale la pena desarrollar la infraestructura, los procesos, los sistemas y las instancias bajo una filosofía de datos abiertos para concluir la tarea de respuesta a desastres con la tecnología de esta época. Y el pilar para ello debe ser un esfuerzo significativo para organizar herramientas basadas en datos abiertos que permitan una potente captura, procesamiento y salida de información, sin filtros, para dar una mejor respuesta.
Siete aprendizajes para rediseñar la respuesta a emergencias
1) Utilizar el enfoque de Ingeniería de resiliencia. Debe tomar en cuenta las etapas de:
- Aprendizaje – ¿Qué sucedió?
- Anticipación – ¿Qué podría pasar?
- Monitoreo – ¿Qué y dónde hay que buscar?
- Respuesta – ¿Qué hay que hacer?
2) Colocar los Datos Abiertos como el Estándar. Gestionar con las autoridades la apertura controlada y estratégica de la información de las diferentes agencias. El gobierno estadounidense lo ha hecho en el último lustro, logrando una cooperación sin precedentes entre los sectores privado, académico y de sociedad civil.
3) Uso de Tecnología en Protección Civil. Revolucionar la Protección Civil a través de los desarrollos actuales. El desarrollo de apps para obtención y gestión de información necesaria para responder a desastres; la asignación de personas para la monitorización y verificación de fuentes de información; y el desarrollo de algoritmos que den la información correcta a las personas indicadas en el momento preciso es solo el principio.
4) Evolución de las políticas para aprobación y despliegue de recursos para apoyo. En los últimos años se ha comprobado que los protocolos reactivos son más onerosos que los preventivos, aún a costa de no estar seguros si se utilizarán.
5) Educación, desarrollo y capacitación. El desarrollo de herramientas con esta filosofía y las exigencias de digitalización de información, toma de decisiones e implementación requieren que tanto funcionarios, como especialistas y el público en general entiendan y apoyen esfuerzos de índole educativa. Estos incluyen capacidades tecnológicas, entendimiento de información, comprensión de las prioridades y necesidades de las diferentes comunidades, así como la capacidad para comunicar con efectividad información contenida en los datos.
6) Creación de sitios homologados de desastres basados en Datos Abiertos. Se ha implementado en diferentes países del mundo, con propósitos como integrar información, solicitar ayuda y dar seguimiento a los procesos como reconstrucción y canalización de apoyos.
7) Discusión de estos temas en un evento que convoque a los diferentes actores y expertos. El planteamiento de prevención de desastres requiere incorporar estas nuevas premisas, pues esta catástrofe demostró que no incorporar las tendencias de crowdhelping y especialmente, datos abiertos, condena a los planes a la obsolescencia.
¿Cómo evitar que esto pase de manera subsecuente? En 1985, la población ayudó de forma desorganizada y en 2017, la ayuda fue más organizada en el mundo físico, pero en el digital, requiere más orden para maximizar la efectividad de la respuesta. Sin embargo, el panorama es promisorio: los mexicanos coadyuvamos como quizá nadie lo hace en el mundo y tanto la tecnología, como la cultura del orden y los datos abiertos nos pueden ayudar a ser más eficientes para canalizar dichas aportaciones.
*Ricardo Godínez Moreno es científico, emprendedor y empoderador de comunidades tecnológicas. Es Doctor e investigador en la Universidad de Harvard, y Cofundador del MIT Enterprise Forum en México.
Publicada el 06 de octubre de 2017 en Forbes México.