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Impacto de la visita del presidente de China en la ingeniería mexicana
La visita a México del presidente chino, Xi Jinping, abre una nueva era en que ni los ingenieros ni los productores del desarrollo de nuestro país podemos quedar indiferentes. México ha realizado un giro importante en su política internacional, lo cual provocará una cascada de cambios en la industria que tendremos que seguir con detenimiento. Las primeras conclusiones las podemos obtener al revisar la letra pequeña de los documentos generados; el diablo está en los detalles.
Vamos por partes. A diferencia de la visita de Obama, enfocada en educación, energías alternativas, seguridad bilateral, y ciencia y tecnología, los chinos trajeron carro completo: Energía, petróleo, infraestructura, minería, industria, educación, y turismo. La delegación fue compuesta por el Presidente, el Embajador de China en México, el Ministro de Comercio, los presidentes de bancos, universidades, organizaciones de comercio internacional, y ¡ojo! 120 inversionistas.
En los primeros dos días, se generaron Memorandos de Entendimiento, Declaraciones Conjuntas, Declaraciones de Intenciones, y Marcos de Cooperación. Estos documentos contaron con la bendición del presidente chino, por lo que en los días restantes, los funcionarios de gobierno ultimaron detalles, mientras que los empresarios fueron a ver los negocios.
Los chinos están interesados en una amplísima gama de temas de la industria mexicana: agricultura, ganadería, turismo, energía, infraestructura, comunicaciones, economía, transporte, cultura, educación, inversiones, políticas, manejo de recursos hidráulicos, biotecnología, nanotecnología, epidemiología, control de la contaminación y limpieza del medio ambiente, entre otros.
México se ha enfocado en cambiar el paradigma de ver a China como un mero competidor. Ahora queremos vernos como socios estratégicos. Los resultados parecen asombrosos para México: Se desarrollará una “Asociación Estratégica Integral”, se creará el Foro de Cooperación entre China, Latinoamérica, y el Caribe, se buscará equilibrar la balanza comercial, se abren para México el mercado chino para exportación de tequila y carne de puerco, se fomenta el turismo chino, se nos regalan becas de intercambio, se abre una línea de crédito a Pemex por mil millones de dólares, se coopera con la paraestatal para la importación de tecnologías, se evalúa inversión china en proyectos de infraestructura –cuatro puertos marítimos, cinco proyectos ferroviarios, y diversos aeropuertos mexicanos-, y un Instituto Cultural Chino donde la UNAM tendrá una alta participación.
¿Y México qué da a cambio? Tres cosas fundamentales: Cooperación aduanal, reconocimiento a una sola China, y mayor apertura de Pemex y su infraestructura. ¿Y esto es mucho o poco?
En primer lugar, China tendrá mayor influencia en las fronteras mexicanas gracias al Acuerdo de Asistencia Administrativa en Asuntos Aduaneros. México, por su posición estratégica tanto para Estados Unidos como para China, es un lugar apetecible de trabajo conjunto. Debido a los bloqueos de Estados Unidos a los productos chinos, México podría ser la puerta que China busca para facilitar la comercialización con los países del TLCAN.
En segundo lugar, México da marcha atrás a las firmes políticas calderonistas de apoyar los estados de Tíbet y Taiwán, lo cual no deja indiferente a nadie dentro de la diplomacia internacional.
En tercer lugar, nuestro país abre a Pemex a los chinos dentro del marco de la reforma petrolera lograda en el sexenio anterior. México es el único país del mundo que en vez de pagar con porcentajes, establece un precio fijo a sus socios que realizan trabajos de extracción. Las máquinas y tecnologías chinas aumentarán su presencia en México, para tristeza de las petroleras como Exxon, Chevron, Schlumberger, y otras hermanas de la industria petrolera.
Aunado a este punto, China exporta a México hasta 10 veces lo que importa. ¿Cómo equilibraremos la balanza comercial? Vendiendo petróleo. Esta jugada es muy interesante, pues tiene el potencial de que el gobierno de México no tenga que plantear una reforma a la Constitución con costos políticos altísimos. Por tanto, en el sexenio quizá no se tenga que hablar de privatizar Pemex. Asimismo, otras infraestructuras se abrirán como la portuaria, ferroviaria, y aérea.
¿Qué ganó México? A priori una diversificación de su comercio, inversiones significativas, e importación de tecnología. En cambio, ¿qué ganó China? Acceso al mercado del TLCAN, incremento de su presencia en Norteamérica, acceso a Pemex, y convertirse en inversionista del desarrollo de México.
Quedan muchas preguntas en el aire. ¿Cuáles son los intereses reales de China? ¿Qué busca México con este golpe de timón? ¿Qué papel tendrá México para Estados Unidos y cómo reaccionarán? ¿Viene un Tratado de Libre Comercio?
En conclusión, este cambio abrupto en la ideología del gobierno traerá una transformación sustancial en las actividades del desarrollo, y muchas de ellas pasan por la ingeniería. México está reconociendo a través de sus acciones que apuesta por los chinos en el largo plazo, esos chinos que en el día a día son herméticos y expansionistas. Tendremos que ver cómo se desarrolla esta estrategia en los próximos días, y hasta años. Habrá que tener cuidado y comunicación con un país que tiene intereses sobre América y el Pacífico, y cuenta con dinero seductor listo para invertir en esta región, a cambio de garantías que ni en el corto ni en el largo plazo quedan claras. Tendremos que jugar con cuidado, pues estando en medio de Estados Unidos y China, podemos salir quemados.
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