El sector del retail vive su particular disrupción tecnológica y…
¿Y ahora qué hacemos con Pemex?
Es necesario erradicar la corrupción en torno de Pemex, pues más que un avance, actualmente existe un retroceso en materia de transparencia.
Las demandantes negociaciones para alcanzar la reforma energética se han visto mezcladas con el ritmo de trabajo de la reforma política. Los partidos de oposición se han levantado y regresado a la mesa, lo cual es leído por inversionistas extranjeros como la forma de hacer política en México, pero también como un potencial retraso para alcanzar los acuerdos que permitan promulgar los cambios a la industria energética.
Dentro de este remolino político vale la pena detenerse un momento para observar qué cambios se proponen para Pemex y preguntarnos qué hacer con nuestra petrolera nacional. La respuesta es intuitiva para algunos, pero sorprendente para otros: se debe transformar a Pemex en una petrolera nacional muy fuerte y competitiva, con mayor impacto internacional.
Los antecedentes técnicos son contundentes: Pemex conoce el territorio nacional como nadie; realizó la mayor parte de la exploración y prospección actual, además de que tiene la experiencia geológica de la cual carecen las petroleras que están por llegar. Por tanto, también Pemex tiene mucha historia que escribir en el aprovechamiento de la reforma energética.
A continuación analizaremos paralelismos entre las petroleras mexicana y brasileña al realizar su reforma energética, para después realizar propuestas para Pemex.
El caso brasileño
Petrobras era una compañía fuerte en algunos frentes de la cadena de valor, especialmente en aguas someras. Al realizar su reforma energética, legislada en 1995 y cuya Ronda Cero duró tres años, firmó contratos y alianzas con petroleras extranjeras, teniendo un rol tecnológico importante. Incluso pudo desarrollar su propia tecnología, por ejemplo en aguas profundas. Al paso del tiempo se comenzó a rezagar en investigación e innovación, y a las compañías extranjeras les resultó más difícil trabajar con Petrobras.
A este ritmo, en muy pocos años Brasil alcanzaría a México en producción anual de petróleo –México produce alrededor de 2.52 millones de barriles diarios y Brasil unos 2.09 millones–. Ya lo habría logrado con una petrolera nacional todavía más fuerte e incisiva. Brasil exige 70% de contenido nacional en sus proyectos –México exigirá 25%–, y aunque hoy sigue cumpliendo con ese porcentaje, Petrobras ha disminuido gradualmente su participación en las actividades que generan mayor valor. Por tanto, recientemente la petrolera ha resultado de poca ayuda para mejorar los resultados económicos de Brasil, que se desaceleraron este año por su dependencia de la inversión extranjera. (Biller, 2013)
Los países como México, con una compañía petrolera nacional, maximizan la liberalización de su industria petrolera cuando su paraestatal es percibida como fuerte y competitiva. Entonces las petroleras extranjeras no tienen problema en aliarse con ella, y asimismo la crítica pública se disipa. En cambio, cuando la compañía es percibida como débil e incapaz de defender los intereses nacionales, la crítica apunta directamente a la empresa. Una compañía fuerte, además, facilitaría que la reforma energética tenga mayor arraigo y apoyo social.
¿Qué ha pasado en México?
En las negociaciones de la reforma energética, Pemex ha sido sometida a presiones asfixiantes para elaborar la solicitud de la Ronda Cero, y para concretar las implementaciones en modo fast-track. Algunas decisiones cruciales de la reforma han sido tomadas por actores externos a través de comités auxiliares, y no por el pleno del Consejo de Administración.
Igualmente se ha dado la imagen de incapacidad o inutilidad. Poner en permanente tela de juicio la capacidad de Pemex en materias financiera, técnica, de ejecución, de explotación y de competitividad, sin criterios definidos, aumentará en los próximos años la desconfianza de la población en las empresas energéticas mexicanas. Simultáneamente, las petroleras internacionales no estarán interesadas en sustituir a Pemex a lo largo de toda la cadena de valor; para que el negocio sea rentable, se tienen que concentrar en las áreas específicas en las que sobresalen.
Acciones para Pemex
Seis directrices son necesarias para que la reforma energética también beneficie a Pemex, de las cuales ninguna ha sido atendida con el profundo calado que requiere:
- Disminución de carga fiscal.
- Autonomía de gestión.
- Autonomía presupuestal y financiera.
- Ampliación de la capitalización y reinversión en la empresa.
- Erradicación de la corrupción.
- Impulso de la tecnología a través del desarrollo, investigación e innovación.
En primer lugar, hay que hacer grandes cambios para disminuir la carga fiscal. En 2012, Pemex pagó 67.4% de impuesto sobre sus ventas o ingresos. El tope de deducciones al que está sujeta la empresa es el principal catalizador de pago de impuestos y, por ende, de pérdidas en los últimos años. Si el eje rector de la reforma es que Pemex compita por sí misma ante las petroleras internacionales, deberá desaparecer la asimetría percibida en la carga fiscal de la propuesta.
Una empresa petrolera nacional necesita facilidades para que a cambio pueda pagar impuestos más altos. En México tendremos una empresa petrolera nacional sin facilidades –especialmente a través de asignaciones directas– contribuyendo con impuestos más altos que los que pagaría haciendo lo mismo en otro país. Se requiere disminuir la carga fiscal y establecer piso parejo para que Pemex compita en las mismas condiciones que las empresas extranjeras. La tasa de impuesto sobre utilidades en otros países es mucho menor. En 2012 la venezolana PDVSA pagó 39.9%; la noruega Statoil 19%, y la colombiana Ecopetrol, SA, 11%, es decir, desde la mitad hasta seis veces menos que Pemex. (Prados, 2013)
En segundo lugar, Pemex necesita una auténtica autonomía de gestión. La propuesta actual plantea un Consejo de Administración con los siguientes 10 actores: los titulares de la Sener y la SHCP más tres consejeros del gobierno federal y cinco consejeros independientes que serán nombrados por el Ejecutivo federal. El establecimiento de este gobierno corporativo debilitará la competitividad en la toma de decisiones y dejará a la empresa supeditada a las decisiones que tome el gobierno. Ni siquiera el Consejo de Administración podría tener capacidad de decisión directa sobre los intereses fundamentales de la empresa. Además, Pemex no podrá escoger a sus socios comerciales y aliados para ser más competitivo, que sería un caso único en el mundo.
La autonomía de gestión estará íntimamente ligada al tercer punto, es decir, la autonomía presupuestal y financiera. Al día de hoy, Pemex no puede realizar un presupuesto autónomo, libre de las necesidades –y urgencias– presupuestarias de la SHCP. Esto se añade a que la reforma indica un nuevo mandato para la empresa: competir con eficacia en la industria energética, con el objetivo de generar valor económico y rentabilidad para el Estado mexicano. Pero también será a la única empresa a la que la Sener y Hacienda encargarían proyectos de impacto social. El resto de empresas petroleras ni siquiera se plantearían esos proyectos.
Por eso, en cuarto lugar y para competir con eficacia, Pemex necesitará satisfacer la inversión productiva que requiere, especialmente reinvirtiendo más y ampliando su capitalización. La paraestatal tiene la oportunidad inmejorable de internacionalizarse más y convertirse en una empresa energética integral. Comienza a resultar un paso lógico y natural que Pemex pueda cotizar un porcentaje minoritario de su valor en la Bolsa Mexicana de Valores. Esto le daría una capitalización rápida y segura, permitiéndole afrontar inversiones para cumplir su objetivo.
En quinto lugar es necesario erradicar la corrupción; más que un avance, actualmente existe un retroceso en materia de transparencia. Por un lado se elimina la posibilidad de que los consejeros intervengan en contratos, ni siquiera en los cruciales, y se fomenta el uso de decisiones “confidenciales”. También se eliminan los comités de contratos, transparencia, medio ambiente y tecnología. Existe corrupción en toda la cadena de valor, por lo que Pemex paga muchos sobreprecios en la compra de equipos, mercancías, servicios y productos requeridos para su operación.
Finalmente se requiere un impulso de la tecnología a través del desarrollo, la investigación y la innovación. La reforma únicamente considera que el Instituto Mexicano del Petróleo (IMP) transferirá a Pemex los recursos humanos, materiales y financieros necesarios para el cumplimiento de lo dispuesto en la ley. Preocupa que el IMP tiene un presupuesto de 235.2 millones de pesos para este año (Secretaría de Hacienda y Crédito Público, 2014) y tenga que cargar con la innovación tecnológica de una empresa de 126,000 millones de pesos en ingresos en 2013. Llama la atención que se impuso un tope máximo de inversión en ciencia y tecnología energéticas de 5,000 millones de pesos; en el mundo se usa un piso mínimo de inversión en investigación, pero nunca un techo. También inquieta que apenas 0.1% de los empleados de Pemex cuenta con un doctorado, siete veces menos que Petrobras. Es evidente la carencia de recursos sostenidos para investigación y desarrollo tecnológico, así como las dificultades para la retención de talento.
Conclusión: debilitar a Pemex sería meternos autogol
Se han subrayado las inconsistencias entre la estrategia de comunicación y las modificaciones a las que se quiere someter a Pemex, que competirá con petroleras internacionales presentes en decenas de países. Esos países son de todo tipo: con alto o bajo potencial energético, cuentan o no con una petrolera nacional, tienen una alta o baja capacidad tecnológica, tienen presencia o ausencia de corrupción, entre otras incontables variables.
Por ello, el éxito, calado y arraigo de la reforma, en términos económicos y de legitimidad social, pasa por fortalecer a Pemex. Esperemos que las negociaciones que están transcurriendo de verdad robustezcan a nuestra paraestatal, ya que por ahora limitan la efectividad de la reforma, y en el largo plazo disminuirán el potencial crecimiento económico y bienestar prometido.
Fuentes consultadas
1) Biller, D. (30 de mayo de 2013). Brazil Growth Slowed in First Quarter as Investment Fell. Obtenido de Bloomberg: http://www.bloomberg.com/news/2014-05-29/brazil-s-growth-probably-slowed-as-confidence-fell-before-vote.html
2) Prados, L. (21 de junio de 2013). Pemex, en los huesos. Obtenido de El País: http://internacional.elpais.com/internacional/2013/06/21/actualidad/1371770501_982934.html
3) Secretaría de Hacienda y Crédito Público. (enero de 2014). Presupuesto del Instituto Mexicano del Petróleo. Obtenido de Presupuesto de Egresos de la Federación 2014, Programas y Proyectos de Inversión: http://www.apartados.hacienda.gob.mx/presupuesto/temas/pef/2014/docs/18/r18_t0o_pie.pdf
Publicada el 26 de junio de 2015 en Forbes México.
Edición: Francisco Martínez.