Javier Arreola, GF Inbursa y Global Shaper sobre América Latina…
Entrevista para Diario “La Segunda” de Santiago de Chile
Javier Arreola, especialista en Uber, anticipa: “Lo importante serán las protestas de usuarios”.
Advierte que aún no han debutado los productos estrella.
Por Patricio Pino
“En San Francisco (Estados Unidos) toma 8 dólares y 60 minutos trasladarse desde un suburbio al centro. Uber ofrece un servicio compartido que cuesta 11 dólares y 30 minutos. Ese es el futuro allá y en todas partes”, asegura el ingeniero mexicano Javier Arreola.
Hace un año Arreola escribió el artículo «La disrrupción tecnológica amenaza el futuro de Uber» en la versión mexicana de la revista «Forbes»,
donde analiza los efectos de la irrupción de la aplicación no sólo en los taxis sino en las grandes ciudades.
—¿En qué etapa del proceso estamos en Chile?
—En la implementación de operaciones. Ya se terminó el desembarco. La actual etapa se encamina a obtener apoyo popular. Y la tensión que se siente ahora se va a formalizar en un conflicto. Entonces vendrá una regulación del servicio.
—En su artículo, usted menciona que la autoridad prohibe este servicio, pero también podría haber cooperación.
—Lo importante son las protestas de los usuarios. La referencia es Buenos Aires. Ahí se prohibió Líber y Easy Taxi, y la gente está recabando firmas y llamando a la autoridad de transportes y a los congresistas. Para que todo eso sea más visible pasarán dos o tres meses. En Santiago la autoridad ha sido tajante en que no va a ayudar a Uber. Entonces pasará un tiempo antes de que la cooperación exista.
—¿Y podrá haberla?
—Llegará un momento en que Uber puede ayudar en los problemas locales, aunque no sea pronto. La autoridad verá algunas ventajas de cuatro problemas que tiene Santiago: la congestión vial, la contaminación ambiental, el manejo en estado de ebriedad y la atención diferenciada a niños y ancianos. En el caso de la ebriedad, tienen un programa en que un vehículo va por el ebrio y otro por su vehículo. Eso baja significativamente la gente que muere en accidentes. Pero también cobra altas tarifas por vomitar en el auto. En México deben ser 120 dólares. Esto crea cambio de hábitos. Y en la atención a niños y ancianos, Uber tiene la capacidad de seleccionar sus mejores conductores para transportar bebés o niños solos, porque el conductor Uber tiene un profesionalismo más allá del que puede llegar a tener un taxista promedio.
—¿Y Uber se queda de brazos cruzados si no la dejan operar?
—Ahí hay que fijarse en el cabildeo comunitario. Al final son votos y pesan para inclinar la balanza y que se autorice. Después viene el cabildeo ante el gobierno, mucho más sofisticado. Una cosa clave es que Uber tiene tanto dinero que se puede dar el lujo de contratar a los mejores cabilderos en cada país. En Chile hay algo muy interesante: el director de cabildeo para todo el cono sur vivía en Washington y era director de un think tank muy poderoso.
Una cosa clave es que Uber tiene tanto dinero que se puede dar el lujo de contratar a los mejores cabilderos en cada país”.
— En Santiago los usuarios se concentran en cinco barrios acomodados. Pero en su artículo plantea que con el tiempo el servicio se extiende al resto de la ciudad. ¿Cuándo pasará?
—En un rango de entre uno y tres años. En México sucedió rápido. En Chile podemos esperar que para agosto del próximo año esté pasando. Es importante tomar en cuenta que los productos estrella de Uber aún no han llegado: que son UberX (precios rebajados) y Uber Pool (más de un usuario por auto). Ahorita el sector premium debe ser el mejor, pero no es mucho más barato. Y es importante consignar que existe un estudio que el sistema compartido facilita que la gente sea proclive al transporte colectivo.
— ¿Qué hay de la evolución del mercado? ¿Este sistema permite crear flotillas solo con un dueño?
—Es muy factible en América Latina, no en otros países. Los que pueden pagar flotillas buscan socios y pueden comprar 50 coches. Les sale más
barato. Ahí lo que pasa es que al sistema le da igual cómo funcione eso; lo importante para el sistema es poner autos en las calles. Pero está posibilidad
puede tener una incidencia en la desigualdad. El que más dinero se va a llevar es el dueño de la flotilla. Existe un perfil de empresario que siempre
ha querido tener una flotilla de autos, pero como no hay disponibilidad de placas no ha podido hacerlo. Ahora puede ocupar Uber, pero todavía es muy temprano.
—¿Habrá una guerra de precios?
—No, porque los taxistas ya están castigados en sus precios y cuando Uber empieza a bajar sus tarifas crea mucha tensión entre sus conductores. Lo que sí va a pasar es el cabildeo comunitario, que es cuando los usuarios inundan a los congresistas con emails y llamadas en favor de Uber.
Publicada en el Diario “La Segunda” el 4 de abril de 2016.