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China, un patio trasero frondoso
Desde 2014 China superó a Estados Unidos como la mayor economía mundial, por lo que se encuentra listo para liderar.
Por Oso Oseguera.
La última vez que China se consideraba tan poderosa como lo es hoy, Abraham Lincoln estaba en la Casa Blanca. En aquella época, y contra la creciente evidencia de las depredaciones occidentales, el emperador Daoguang todavía se aferraba a la antigua creencia de que China gobernaba todo lo que estaba bajo el cielo, un orden mundial para sí misma. Nunca tuvo aliados del lado occidental, solo naciones que le rendían tributo. Tanto China como “los países exteriores”, escribió el emperador a Lincoln, constituyen “una familia, sin ninguna distinción”.
Hoy, después de un siglo y medio que abarcó la ocupación imperial occidental, la agitación republicana, el saqueo de señores de la guerra, la invasión japonesa, la guerra civil, el levantamiento revolucionario y, más recientemente, el fenomenal crecimiento económico, China ha reanudado su propio sentido de ser una gran potencia. Lo ha hecho en un mundo muy diferente: uno liderado por Estados Unidos. Durante tres cuartos de siglo, Estados Unidos ha sido hegemónico en el este de Asia, el patio trasero histórico de China. Y ahora, el país oriental se introduce en el patio trasero histórico de Estados Unidos: América Latina.
Donald Trump desprecia al subcontinente. No solamente quiere poner un muro en su frontera sur con México, también ha desdeñado cualquier participación en Venezuela, país que atraviesa una fuerte crisis político-económica. Andrés Oppenheimer, periodista y escritor argentino, charló con Diego Guelar, embajador de Argentina en China, y en este clima antilibre comercio en Estados Unidos y el voto de Gran Bretaña a favor de salirse de la Unión Europea, China emerge como el nuevo campeón del mundo del libre comercio.
China ya tiene acuerdos de libre comercio con Chile, Perú y Costa Rica, y puede firmar nuevos acuerdos con países latinoamericanos o expandir sus negociaciones de la zona de libre comercio asiático a países latinoamericanos en un futuro cercano. Hoy China es el principal socio comercial de Brasil, Chile y Perú. Y el segundo de países como México, Argentina y Venezuela.
“El anuncio de Trump de que eliminará el Acuerdo de Asociación Transpacífico fue un regalo para China”, me dijo Guelar desde Beijing, cuenta Oppenheimer. “Es un regalo que China no esperaba, envuelto en una caja de Tiffany y una cinta de seda.”
CHINA: PRIMER MERCADO DE DESTINO
Las economías de China y de América Latina y el Caribe -que crecerán en los próximos años entre dos y tres veces más rápido que las economías industrializadas- son los polos de crecimiento mundial del momento, ya que en los próximos años las economías industrializadas deberán ajustarse a un contexto de menor crecimiento y mayor desempleo, señala la Comisión Económica para América Latina (CEPAL).
La relación entre China y América Latina y el Caribe ha alcanzado ya la suficiente madurez para dar un salto de calidad y avanzar hacia un vínculo estratégico que proporcione beneficios mutuos, señala la Comisión.
Los países de la región deberían redoblar sus esfuerzos por diversificar sus ventas a China incorporándoles más valor y conocimiento-, estimular alianzas empresariales, comerciales y tecnológicas con sus pares en ese país, y promover inversiones latinoamericanas en Asia y el Pacífico que faciliten una mayor presencia regional en las cadenas de valor asiáticas, estructuradas en torno a China. Los vínculos comerciales y de inversión entre China y América Latina y el Caribe han seguido expandiéndose. En 2010, el valor del comercio bilateral se acercó a los US$200,000 millones, y durante la década pasada la región fue el socio comercial más dinámico de China.
China se ha convertido en un socio comercial clave para la región. Ya es el primer mercado de destino de las exportaciones del Brasil y Chile, y el segundo de Perú, Cuba y Costa Rica. También es el tercer país entre los principales orígenes de las importaciones de América Latina y el Caribe, con un valor que representa 13% del total de las importaciones de la subregión y, a su vez, América Latina y el Caribe se ha transformado en uno de los destinos más destacados de la Inversión Extranjera Directa (IED) china.
LOS DÓLARES CHINOS
El presidente de China, Xi Jinping, dijo que su país invertirá US$250,000 millones en América Latina en los próximos 10 años, como parte de una estrategia del gigante asiático para aumentar su presencia en la región. En tiempos en que el sector manufacturero made in China da muestras de declive (o acaso por eso), el flujo de dinero proveniente del gigante asiático hacia América Latina sigue siendo fuerte y caudaloso, apunta la CEPAL.
Un estudio realizado recientemente por Naciones Unidas señala que, en 2016, China desplazó a la Unión Europea como el segundo socio comercial de América Latina, detrás de Estados Unidos. Y según un artículo publicado en enero en China Policy Review, en 15 años, China superará a Estados Unidos como el mayor socio comercial de la región.
“[En América Latina] no están preocupados porque China vaya a aprovechar su creciente influencia en la región para influir en las políticas locales, reclutar socios para sus objetivos globales, o para competir con Estados Unidos por posibles aliados”, sostiene el artículo del China Policy Review, escrito por Peter Hakim y Margaret Myers.
Joe Chi, director ejecutivo del Centro de Comercio Chino-Latinoamericano, con sede en Miami, coincide con esta idea. “América Latina es importante para China fundamentalmente por dos razones: por sus recursos naturales y por el posible mercado que se está desarrollando en la region para los productos chinos”, dice Chi.
El gigante asiático le compra toda la soja que puede a Argentina. Chile, el mayor productor de cobre del mundo, destina un tercio de su producción al mercado chino. Venezuela coloca en China grandes cantidades de petróleo. Perú también le suministra cobre. Chi explica que, a mediano plazo, básicamente las dos modalidades de inversión de China en la región serán la compra de material prima y el establecimiento de empresas de capital mixto para la producción de esa materia prima.
En el caso argentino, el economista Luis Palma Cané señala que aunque el comercio entre ambos países se ha cuadruplicado en los últimos años y asciende a unos US$15,000 millones (lo que establece a China como el segundo socio comercial de Argentina), la balanza sigue siendo desfavorable para el país sureño.
“Tenemos US$10,000 millones de exportaciones y US$5,000 millones de importaciones. Claramente eso nos deja con un saldo en contra”, explica Palma Cané.
Alejandro Grisanti, jefe de Investigaciones para América Latina del banco británico Barclays, dice que en los últimos años China ha sabido sacar provecho de lo que él califica como “una disminución del interés de Estados Unidos hacia América Latina”.
CHINA INVIERTE MÁS
Cada vez más se ven en las calles de las ciudades latinoamericanas automóviles de fabricación china. Esto es un ejemplo importante de la expansion de la presencia china en la región. La consultora estadounidense AT Kearney señaló que en 2015 las ensambladoras chinas -Chery, Foton, Geely y Yangtze- exportaron alrededor de dos millones de unidades (frente a medio millón en 2011).
Según la consultora, los mayores mercados de tales exportaciones son Brasil, Colombia, Venezuela, Perú y Argentina. Los precios de estos automóviles resultan notablemente menores: la mitad o dos tercios por abajo de las marcas estadounidenses, europeas y japonesas ya establecidas.
Datos de World Economic Forum, publicados por los académicos Javier Arreola, David Yao y Arturo Palacios, señalan sobre el financiamiento: China también se ha convertido en el principal acreedor de la región, al prestar más de US$29,000 millones en 2015, casi el doble de los créditos ofrecidos por el Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en el mismo periodo. Pero el gigante asiático seguirá teniendo iniciativas, como el reciente paquete de arreglos financieros por US$35,000 millones presentado en la reunión con la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC. A este fondo le seguiría otro por US$30,000 millones para mejora de la capacidad productiva regional, y otro de US$3,000 millones para países caribeños que se administraría con el BID.
A propósito de la IED, hoy China ya invierte más recursos de los que recibe. Esta inversión es hecha generalmente por empresas paraestatales, y que en la mayoría de los casos participan en industrias extractivas. De hecho, casi la mitad de toda la inversión china ha estado concentrada en empresas del Estado: Sinopec, CNPC, Sinochem, China Three Gorges, MMG, State Grid Corporation of China, Wisco, China National Offshore Oil Corporation (CNOOC) y BCEG.
La presencia china se puede describir según el país en cuestión: En Brasil, China ha invertido más de la mitad de la IED que ha colocado en la región. Se ha enfocado en proyectos como la fábrica del autobús eléctrico y paneles solares “Build Your Dreams”, o BYD, y en diferentes proyectos con Petrobras. En Argentina, China tiene una participación relevante en la red ferroviaria en el área suburbana de Buenos Aires. Además, Congqing Grain Group, Sany, el Banco Industrial y Comercial de China y Chery han hecho inversiones relevantes.
En Perú, empresas como China Minmetals (MMG), CNPC y Chinalco han comprado minas, compañías energéticas y fábricas de aluminio, respectivamente.
En México, ganó dos bloques para extracción petrolera en la frontera marítima con EU y firmó un convenio para ensamblaje de automóviles JAC Motors. Con México ha firmado más de 40 acuerdos de US$4 millones o más, según el reporte “IDE china en Latinoamérica: tendencias nuevas e implicaciones mundiales” de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
En Venezuela, estableció la fábrica de celulares ZTE. En Bolivia, tiene inversiones importantes de Shengli International Drilling Co y un proyecto conjunto de la china Sinosteel con la paraestatal YPFB.
Sobra decir que países como Brasil y Venezuela están muy interesados en seguir recibiendo fondos chinos, que les podrían ayudar a mejorar su situación económica. América Latina ha aceptado gustosa el dinero chino, pero no ha impuesto muchas condiciones en las negociaciones, por lo que China tiene una posición dominante en la relación y se encuentra mejor preparada para tomar ventaja del comercio con la región. Invariablemente y con objetivos de diversificación, la República Popular de China ofrece cada vez mejores oportunidades para América Latina, ya que su transición económica ha empujado a que sus inversiones en la región superen la tradicional barrera de los modelos agroexportador y extractivo. El patio trasero de Estados Unidos se percibe frondoso.
Publicada el 29 de septiembre de 2017 en CEO-Latam.