Egresados vuelven a su alma mater para compartir conocimientos y…
Universidades requieren profundizar su misión
La actividad emprendedora y las TIC han metido a las instituciones de educación superior en una nueva dinámica, que les demanda una revisión de su papel social, indican académicos. Las universidades son fundamentales para desarrollar el ecosistema emprendedor del país.
Por Angélica Pineda y Zyanya López, contacto@elempresario.mx
Las universidades mexicanas, públicas y privadas, tienen una misión común, formar profesionales capaces de adaptarse al entorno en el que se desenvuelven y ser agentes de cambio en él. Pero, la importancia que han adquirido el emprendimiento y las nuevas tecnologías las obliga a revisar su papel.
“Emprender no es moda, es la tercera vía que tenemos para fomentar la excelencia en las personas. Junto con la formación académica y la investigación cerramos un círculo virtuoso que nos permite crear una universidad emprendedora”, sostiene María del Pilar Pérez Hernández, directora del Centro de Incubación de Empresas de Base Tecnológica (CIEBT), del Instituto Politécnico Nacional (IPN).
Para la académica, el emprendimiento tecnológico ha dado un salto cualitativo y “es la vía para que los alumnos encuentren cabida en este mundo tan cambiante”.
Para Luis Miguel Beristain, director del Instituto de Emprendimiento Eugenio Garza Lagüera del Tecnológico de Monterrey en la zona metropolitana de la Ciudad de México, el entorno actual obliga a las universidades a replantear su misión. En su caso, agrega, “cada 10 años repensamos la nuestra; la del 2020 ya está declarada y es formar a gente con espíritu emprendedor, sentido humano y competitividad a escala internacional”.
Beristain cita a Karl Fisch, director de Tecnología en Arapahoe High School, en Colorado, quien dijo que “las universidades están preparando estudiantes para realizar funciones que hoy no existen; utilizando tecnologías que aún no se han inventado y resolviendo problemas que aún no sabemos que son problemas”. Y ese futuro ya llegó a las bolsas de trabajo.
Expertos en social media, minería de datos, operadores de drones, arquitectos de big data, son profesiones que no había hace 10 años y que obligan a las universidades a “formar a muchachos para esos empleos, educarlos para que aprendan a aprender; a partir de allí cada universidad debe repensar su misión y visión”, destaca.
En la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el emprendimiento es visto como “una forma de actuar, de pensar y de enfrentar los retos que hay en la vida”, explica Juan Manuel Romero Ortega, coordinador de Innovación y Desarrollo, quien asegura que la transferencia de conocimiento, a través de los proyectos empresariales, es una de las tareas sustantivas que realiza la Máxima Casa de Estudios del país.
En cambio, ve en las nuevas tecnologías el mayor desafío para la UNAM: “Los profesionistas y las universidades están obligados a tomar en cuenta las TIC (Tecnologías de la Información), la UNAM reconoce la importancia de tener métodos de enseñanza adecuados para las circunstancias cambiantes, que se traduzcan en buena parte en las carreras que van a existir en los próximos 15 años”.
Alejandro Cardini May, director del Programa de Liderazgo Empresarial en la Universidad Anáhuac del Sur, expone que los cursos en línea, cada vez más accesibles, generan una competencia fuerte para las universidades; sin embargo, plantea que el rol de estas instituciones va más allá del aprendizaje. “La universidad te da una visión del mundo, una forma de pensar, de vivir y eso tiene que continuar transmitiéndose”.
Entre las 320 universidades con programas de emprendimiento en el país, el Tecnológico de Monterrey es posiblemente la institución que por más tiempo lo ha impulsado entre su comunidad.
Como el Tec, la UNAM, el IPN, la Universidad del Valle de México y la Universidad Anáhuac han creado alianzas con organismos nacionales, como el Instituto Nacional del Emprendedor, Nacional Financiera, el Consejo Nacional para la Ciencia y la Tecnología; internacionales como RedEmprendia y universidades de otros países.
Cada una forma a su personal docente en temas de emprendimiento: el ITESM (Instituto Tecnológico y Estudios Superiores de Monterrey) envía a su personal a realizar estadías en ciudades con ecosistemas emprendedores; la UNAM opta por traer a instructores de metodologías para que instruyan a sus profesores y la Anáhuac impulsa la certificación.
A diferencia del ITESM, el IPN y la UNAM no incluyen materias de emprendimiento en sus planes de estudios. “No queremos que nos vean como un requisito académico, nuestro reto es convencer a la gente de que emprender es una decisión personal”, señala la directora del CIEBT; la UNAM está por lanzar diplomados para bachillerato, licenciatura y posgrados, en temas como innovación, vinculación y protección de patentes, comenta Juan Manuel Romero Ortega.
hora de cambiar el chip
Si bien las universidades han hecho esfuerzos para fomentar la actividad emprendedora, aún enfrentan diversos retos en su comunidad. “No es una tarea fácil. Nuestro primer gran esfuerzo es tener una difusión efectiva y en una institución del tamaño de la UNAM no es sencillo” señala el coordinador de Innovación y Desarrollo.
Entre los desafíos señala ser más efectivos en comunicar los temas de emprendimiento, impulsar la transferencia de conocimiento a la sociedad, a través de iniciativas empresariales hacer que los investigadores patenten más y sacar más proyectos de negocios.
“Habrá grupos en la Universidad que no consideren estos te
mas prioritarios, pero aquí hay diversidad de pensamiento y nuestra labor es llegar a aquel que quiere emprender, si es formando una empresa debe saber que está haciendo algo que es perfectamente congruente con los objetivos de la UNAM”, comenta.
Con una visión autocrítica, Alejandro Cardini opina que los desafíos de la Anáhuac provienen de aquellos padres de alumnos que prefieren que sus hijos se dediquen a algo más seguro que emprender, además de que hay estudiantes quienes, a pesar de venir de familias empresarias, carecen de habilidades como la resiliencia o la tolerancia a la frustración.
Un tercer reto lo presentan aquellas autoridades académicas “con una visión más tradicional sobre la habilidad” que no permiten contratar a un profesor con experiencia como emprendedor, pero que carece de maestría, “porque no sirve para las certificaciones que buscamos”, explica.
Alejandro Cardini escribió junto con Javier Arreola, emprendedor y analista de ese ecosistema nacional e internacional, un análisis de las fortalezas y debilidades de cinco instituciones universitarias que participan en el ecosistema emprendedor, cuya actualización darán a conocer este año.
Javier Arreola sostiene en entrevista que luego de seis años desde que comenzó a gestarse el ecosistema mexicano aún no hay resultados contundentes. “En el 2009 o el 2010 era un (tema) vanguardista, pero a seis años deberíamos tener mejores resultados y no tenemos gran cosa”.
Las universidades, indica, tienen un papel muy importante en el ecosistema, ya que forman parte de la quinta hélice de colaboración, junto con gobierno, empresarios, inversionistas y emprendedores. Sin embargo, muestra que uno de sus fallos es tener a profesores netamente teóricos impartiendo estas materias, sin que tengan experiencia en la creación de empresas.
El experto advierte lo que considera que es el mayor error y, por ende, desafío de las universidades:
“En lugar de competir entre ellas, deben luchar por tener mayor impacto en el ecosistema. Si en verdad quieren triunfar en el emprendimiento, deben ver más allá. No hay suficientes proyectos Tec- UNAM, UNAM-IPN, TEC-IPN y se debe a que cada quien ve por su lado. En Estados Unidos, las universidades se están apoyando Harvard-MIT o Berkeley-Stanford. Falta un cambio en eso y la respuesta no vienen de los administrativos, sino de investigadores, de alumnos y de rectores visionarios”, concluye el entrevistado.
Publicado el 15 de julio de 2016 en El Economista.
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