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7 Efectos de la Reforma Energética (que no se platican tanto)
Los recientes acontecimientos internacionales alrededor de la industria energética y a la correspondiente Reforma al sector en México han cambiado el guión en la forma, pero no necesariamente en el fondo. Al corte, hay varios efectos positivos que no se alcanzan a comentar por el ritmo vertiginoso en el que se implementa el proceso y se toman decisiones, por lo que aquí se enlistan siete de ellos.
El primer efecto de la Reforma es que el sector está más equilibrado que al principio de la década. Este equilibrio tiene dos dimensiones: el aspecto obvio de que ya no existe un modelo cargado al monopolio estatal, pero también el coyuntural en el que la volatilidad del entorno económico ya tiene menores efectos sobre la industria energética. Los analistas son optimistas por el incremento de la demanda sobre la oferta para los próximos tres años.
Específicamente, ya pasó el trago amargo del 2014, periodo en el que cayeron abruptamente los precios del petróleo, pero también el de mediados de 2015, en el que solo se adjudicaron dos de los catorce campos en la primera licitación de la Ronda 1. Ya para la segunda licitación, se colocaron tres de los cinco campos. Esta correlación es buena no sólo por el número de asignaciones, sino por la recaudación del Estado.
El equilibrio ya descrito genera un segundo efecto, que es la rectoría del mercado sobre los diferentes actores: gobierno, iniciativa privada y consumidores. Todas las partes están teniendo que aprender a tener una nueva relación, en la que el mercado da y también quita. Así, cada parte tiene que abocarse a cumplir con lo suyo y poner sus mejores cartas para aprovechar las oportunidades que hay en la mesa.
La transparencia que hubo en las primeras licitaciones es el tercer efecto positivo de la Reforma, pues el escrutinio internacional se multiplicó y los reguladores energéticos salieron avantes en tiempo y forma. Por sus barreras de entrada y relevancia para la seguridad nacional, la industria energética es siempre vista con sospecha, pero la ejecución de esta Reforma ha puesto el ejemplo para otros actores que también implementan las diversas reformas. Afortunadamente, este proceso ha resultado incólume de las controversias en las que se han envuelto otras áreas del gobierno.
Los organismos reguladores también han puesto el ejemplo en la formación de recursos humanos, haciéndose rápidamente de nuevos talentos que adquieren conocimientos que antes México no tenía, generando el cuarto efecto positivo. Si bien aún existen muchas necesidades de recursos humanos, México tiene la gran oportunidad de ser vecino del estado de Texas, la capital energética del mundo, por lo que la transferencia no sólo será de inversiones, sino también de tecnología y know-how.
El quinto efecto positivo es la adquisición de experiencia en la preparación de las licitaciones y de la implementación de las mejores prácticas a nivel internacional. Ahora viene la joya de la corona: la cuarta licitación de la Ronda 1, que consta de aguas profundas. Esta parte del proceso se está preparando con toda cautela por su naturaleza crucial: la extracción en aguas profundas requiere de estimaciones de muy largo plazo, lo cual se sobrepone a la coyuntura inmediata de los precios deprimidos del petróleo. En esta fase se juega el prestigio de la Reforma y su resultado será determinante para anticipar la continuidad de estos cambios ya sea con éxito o poca inercia, más allá del 2018.
El sexto efecto positivo es la profunda transformación del sector eléctrico, que es menos ruidosa, pero cuya transición de un mercado monopólico a uno pro-competitividad abre oportunidades inmensas. La reforma manda la separación financiera, legal y operativa de la Comisión Federal de Electricidad, lo cual fragmentará a la empresa en organizaciones más pequeñas. No sólo tendrá una estructura más moderna, sino que tendrá que desarrollar su competitividad para enfrentarse a particulares, los cuales ahora realmente podrán invertir en el rubro.
El séptimo efecto positivo es el movimiento alrededor del contenido local, que debe ayudar al desarrollo de empresas de manufactura avanzada, así como a proveedores de la industria energética. Si se libera todo el potencial, estaríamos hablando de un nuevo modelo de crecimiento económico, que esperemos se traduzca en un aumento de la productividad del país, estancada desde hace años.
Al haber repasado estos efectos —que no se platican tanto—, encontramos que una vez más, el reto pasa por un viejo adagio. El conflicto permanente es: ¿ser de quienes apuestan al cambio o se resisten a él? El resultado de esta pregunta no es bidimensional, sino multidimensional, por lo que no necesariamente habrá ganadores y perdedores absolutos. Eso sí, quienes se adapten mejor saldrán fortalecidos de esta época de profundos cambios en el sector.
Publicada el 19 de enero de 2016 en la Revista Empresarios AEM.
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